3 abr 2009

LA GRAN MÁSCARA DEL CAPITALISMO SALVAJE


Es insólito que a estas alturas de la historia siga habiendo gente que pretenda evadir la realidad haciéndose la ciega, la sorda y la muda. Hablo de los que conscientemente manipulan y juegan con la ignorancia de quienes han sido víctimas de un sistema que les ha secuestrado el insumo para poder sacar cuentas correctamente. Estos, sé que se hacen los pendejos para no asumir sus culpas. Como algunos exdirectivos del BID, el FMI, el BM; entre muchos. Pero me refiero también a los inoculados con la bacteria de la estupidez… a esos, todavía millones, que siguen haciendo apologías a Franco en España, a Thatcher en Inglaterra… al Fondo Monetario Internacional… y aunque sea difícil creer, hasta al propio Jorge Bush. A las que se van de weekend, a las “cálidas y acogedoras instalaciones de la Base Naval de Guantánamo”.



Es cierto que el imperio del capital a través de la compra de los sistemas educativos formales de nuestros países y especialmente a través de la gran lavadora de cerebros: la industria mediática mundial, ha borrado del consciente colectivo los códigos necesarios para poder descifrar lo que está pasando en el entorno inmediato… y peor aún, para que se asuma casi con vehemencia la mentira como la más fiel de las verdades, –como diría Ignacio Ramonet-. Pero también es cierto que las máscaras se caen al frente de nuestras narices y seguimos sin admitir que “el emperador está desnudo”.


Resulta que ahora no importa que se envíen más tropas para continuar la invasión en Afganistán e Irak; ya no importa que cinco de cada diez africanos mueran de Sida; que continúe la masacre sionista contra el pueblo Palestino; que el precio del petróleo haya caído de más de cien a menos de cuarenta dólares el barril; que la capa de ozono se siga deteriorando ante la desfachatez de quienes la destruyen y se niegan a firmar un acuerdo para salvarla… y salvarnos todos; ya no importa que dentro de veinte años la mitad del planeta no tenga agua potable; o que en el 2036 un meteorito destruya la tierra; no importa que haya muchos eventos más “en pleno desarrollo” -como diría Walter Martínez- que atentan contra la existencia misma de la raza humana. ¡No! En estos momentos lo más importante es salvarle la vida al asesino. No importa que se extinga el oso panda, la ballena azul o el venado de la Sierra de Perijá. ¿Qué importa que se deshiele la Antártida o se hundan las Islas Galápagos? Es más, ¿qué nos importa que los Mapuches y los Barí sigan muriendo? ¡No!, lo importante es salvar al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. El mundo al revés, diría de nuevo Eduardo Galeano.



El capitalismo está en una encrucijada en la que, ni sus adoradores, ni sus profetas, saben para donde coger. Por sí solos, se estrellarían como personajes del “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago. Con sus cajas fuertes repletas, sus mansiones, sus aviones personales, sus yates y sus Rolls Royces seguros, piden auxilio para sus status de dueños del mundo, porque ninguno de estos chupasangre tiene realmente en riesgo sus comodidades personales, sino sus cargos en el concierto feudal del planeta. Si se terminaran de hundir, sólo dejarían de ser grandes banqueros y monopolistas para seguir siendo sólo y humildemente multimillonarios. Tal vez sería una buena oportunidad para que surgiera un nuevo orden económico… menos imperial y más equilibrado.


Pero el fantasma de Carlos Marx y su teoría del colapso, aterra a los benefactores del Capitalismo. Temen perder también su estatus de súper potencias y sus exclusivos derechos a veto. Es entonces cuando se cae la Gran Máscara y se convoca la reunión urgente del “G-20”. Todo queda develado… sin pudor ante su desnudez el Emperador le otorga más de un billón de dólares (más de 700 mil millones de euros) al Fondo Monetario Internacional y sus secuaces. Además del casi billón que ya “la esperanza negra” había aprobado para los banqueros de Estados Unidos. Y además de lo que cada una de estas “Potencias” habrá entregado de manera inconsulta, en nombre de sus ciudadanos contribuyentes a los grandes empresarios –sin que los medios digan nada-. Y… ¿Quién salva a los mil quinientos millones de pobres del mundo?

Por cierto, entre la mayoría decisiva de este grupo que aprobó invertir el dinero de sus ciudadanos en salvar a los empresarios, están los que se niegan a firmar el acuerdo de Kioto para frenar el deterioro de la capa de ozono; los que invaden países lejanos y asesinan niños y mujeres embarazadas; los que critican las democracias populares que están emergiendo en América Latina, pero viven bajo regímenes monárquicos hereditarios; los que usan a niños africanos como conejillos de indias para probar medicamentos; los que pretenden usar nuestros alimentos como gasolina; los que se autoproclaman policías antinarcóticos del mundo y mantienen en el seno de sus países el más alto nivel de consumo de drogas; los que gastan la mayoría de los impuestos que cobran a sus ciudadanos en fabricar armas, y no en producir comida y seguridad social; los que critican al Gobierno Revolucionario de Hugo Chávez por invertir el ingreso del petróleo en programas sociales y solidaridad con nuestros países hermanos más pobres y no en financiar deuda de banqueros y grandes empresarios. Pero… ¡claro! Allí no se tocaron estos temas, porque la reunión era para auxiliar al mismo FMI que le negó auxilio a Argentina cuando más lo necesitó; el mismo que provocó el Caracazo en 1989 intentando imponer medidas criminales en Venezuela; el mismo que pretende cobrarle con presión a Ecuador y otros países latinoamericanos una deuda que ya han pagado con creces… por mencionar sólo algunas de las acciones criminales de este enatocista mundial. Por su puesto, en esa reunión las voces disidentes no tuvieron eco… igual que en la Asamblea General de la ONU, allí se impusieron los mismos de siempre.En fin, potencias y banqueros… gobiernos de derecha y empresarios capitalistas… caimanes del mismo pozo. Como diría mi abuela: Dios los cría… y ellos se juntan.

Darvin Romero Montiel